ACERCA DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO
ACERCA DEL DOLOR Y EL
SUFRIMIENTO
ALBERTO J. MERLANO A.
OCTUBRE 2022
El dolor
es obligatorio, el sufrimiento opcional… Frase oscura que finalmente entendí.
El dolor
es el mecanismo que la naturaleza creo para informarnos que algo anda mal en el
cuerpo. Equivale a una alerta amarilla y, a veces, cuando es muy intenso, a una
alerta roja que nos lleva corriendo a la sala de urgencias del hospital más
cercano.
El
sufrimiento es a la mente lo que el dolor es al cuerpo, nos avisa que no hay
concordancia entre lo que percibimos como realidad y las expectativas que
tenemos de cómo deberían ser las cosas para sentirnos bien. El sufrimiento
indica, por lo tanto, un desorden o “enfermedad” de la mente originado
por nuestros deseos y/o nuestra percepción de la realidad.
Ambos, el
dolor y el sufrimiento, tienen como finalidad que tomemos decisiones que los
eliminen restableciendo la homeostasis del cuerpo y la paz a la mente. A esto
aspira cualquier ser humano, como consecuencia de su programa primario, al que
Sigmund Freud llamó principio del placer, generalmente entendido como la
búsqueda de la felicidad, que nos lleva de forma instintiva a
elegir el placer sobre el dolor y entre dolores inevitables el que menor dolor
causa seleccionando malo sobre peor. Desde esta mirada la felicidad puede ser
entendida como ausencia de sufrimiento, acompañada de momentos de placer.
Una mente
serena es la que no detecta contradicción entre lo que espera y lo que tiene.
El resultado es la paz interior o su equivalente, la felicidad. Una persona así
no tiene deseos insatisfechos, porque logra lo que quiere o, si les es
imposible hacerlo, deja de quererlo.
Esta es
una vieja verdad planteada por Buda cinco siglos antes de Cristo reencontrada
por Mo Gawdat, CEO
de Google X en su libro El algoritmo de la felicidad. En él sostiene que
la felicidad es la diferencia entre la percepción de los acontecimientos de
nuestra vida y las expectativas que tenemos sobre ella, donde la aceptación
de lo que es juega un papel fundamental.
Lo primero que hay que hacer para lidiar con el
sufrimiento es identificar lo que lo
causa haciéndonos consciente de qué
produce la contradicción entre lo deseado y lo que se percibe que se tiene. Pasar de inmediato a cuestionar la validez de
ambos, lo deseado y la percepción de lo poseído.
Estas son las preguntas que es necesario hacerse:
¿Corresponde lo que deseo a algo posible de obtener dado
lo que lo que soy y mis circunstancias?
¿Es posible lograrlo?
¿Tengo el poder suficiente para hacerlo bien directamente
o integrando el poder necesario de quienes lo tienen, para su logro?
Si la respuesta es afirmativa, el siguiente interrogante
sería:
¿Cuál es el precio que he de pagar por lograr cambiar
esta situación?
A pesar de ello ¿quiero hacer algo al respecto?
No hay nada gratis en este mundo, todo tiene un costo.
Los procesos de cambio no pueden evitar esta ley del logro. Muchas veces
aceptamos cosas que no nos gustan que podríamos cambiar, porque el precio,
también llamado en administración consecuencias adversas, supera los
beneficios a obtener.
A continuación:
¿Corresponde a la realidad mi percepción de dónde estoy
frente a dónde creo debería estar?
A veces con un cambio en lo que queremos o en nuestra
percepción de la realidad, la paz retorna a nuestra mente, pues se estrecha la
distancia entre lo deseado y lo que tenemos.
Después de habernos hecho esta última pregunta, si
consideramos que el beneficio del cambio es superior al valor de lo que hemos
de pagar por lograrlo, ¡Actuemos!, Si no lo es, aceptemos lo que no podemos o
no queremos cambiar… y dejémoslo ir.
Con una pequeña, pero importante adición, la oración de
la SERENIDAD atribuida a múltiples autores, resume lo anterior:
Concédeme,
Dios, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo o no quiero cambiar, el coraje para cambiar las que sí puedo y la
sabiduría para reconocer la diferencia.
Si realizado el análisis anterior el sufrimiento
persiste, partiendo del supuesto de que este se origina en un déficit de
aceptación de lo que uno es y/o de lo que los demás son y/o de la situación que
se esté viviendo, surge la última pregunta:
¿Qué es lo que me estoy negando a aceptar? [1]
Tengamos en cuenta como verdad capital que una mente bien
entrenada para la paz, no se perturba por lo que no puede o no quiere cambiar,
lo acepta, dejando de sufrir por ello.
La aceptación no es lo mismo que la resignación, la
primera es gozosa, la segunda, triste.
Conocer y practicar lo anterior, es parte de lo que la
humanidad ha conocido como SABIDURÍA. Es tal vez por esto que los maestros de
vida de oriente han sostenido que el dolor es obligatorio, pero, el sufrimiento
es opcional y que ambos son los medios que DIOS, o la naturaleza, usan para
ayudarnos a conservar la salud física y la paz mental, evolucionando desde la
guerra con uno mismo, con los demás o con las circunstancias de la existencia,
hacia la paz interior.
[1] Hay un artículo corto que
complementa este: Aceptar, asumir y dejar
ir, disponible a solicitud de los interesados escribiendo al e. Mail
albertomerlano2009@gmail.com
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